"Se escribe para llenar vacíos, para tomarse desquites contra la realidad, contra las circunstancias." MVLlosa

jueves, 25 de noviembre de 2010

Las Tramposas

“Mis tíos, cuando hablaban de putas, decían: Las Tramposas. Entonces yo de niña siempre que hacía trampas pensaba: -¡Dios mío, qué puta soy!-, y me iba a confesar. Claro que al Padre no le decía: -Me acuso de ser puta-, porque además puta era una grosería. Pero sí me acusaba de ser tramposa. Y lloraba muchísimo, porque me imaginaba al sacerdote pensando: -Tan chiquita y tan putita-.”


Decidí comenzar la entrada del día de hoy con éste párrafo que a través de Violetta Schmidt narra mi adorado Xavier Velasco en su libro “Diablo Guardián”. Un párrafo que me parece chistoso, cínico, irónico, inocente, triste.

A ti cuántas veces te han dicho puta? Cuántas te has pensado puta? Cuántas te han juzgado puta? Cambia el "puta" por "estúpida, tarada, buena para nada, insípida, zorra, arpía". El punto es cuántas veces hemos permitido que nos falten al respeto, que coarten nuestros sueños, que corten nuestras alas, que nos juzguen por ser distintas? Cuántas veces te has sentido obligada a ahogar tus sentimientos, a reprimir tus reacciones y te has perdido de grandes momentos en tu vida por miedo a una agresión de éste tipo (o de cualquier otro tipo)?

Hoy se conmemora el día de la No Violencia hacia la mujer y por eso ésta entrada está dirigida a ellas, las mujeres. Las que viven los horrores del maltrato y las que han logrado salir de él.

Lamentablemente en nuestro país no hay nada qué celebrar, un país donde se inventó la palabra feminicidio. Solo por aportar datos: el 95 por ciento de las mujeres han sido víctimas de acoso sexual; una de cada tres vive violencia doméstica; cada nueve minutos una mujer es víctima de violencia sexual; 43 de cada 100 mujeres ha vivido algún tipo de violencia, emocional, económica, física o sexual; más de 30 por ciento de las mujeres tienen probabilidad de convertirse en madres antes de los 20 años; 8 de cada 100 mujeres no saben leer ni escribir a diferencia de los varones (5 de cada 100 se encuentran en esta situación). Un país donde se matan a 1,700 mujeres al año y no sólo son las de Cd. Juárez, son mujeres de todos los estados asesinadas por sus maridos o padres. Y a pesar de que coincido con la visión de que para que exista un victimario debe existir una víctima que lo permita, creo honda y tristemente que tenemos un problema de educación.

A casi todas nos educaron con el “calladita más bonita”, con la cultura de la sumisión y el tratar de agradar y complacer a tu pareja o al resto del Universo a como de lugar. Me parece que con la independencia económica se ha avanzado a grandes zancadas pero no estoy segura de si las hemos dado en el rumbo correcto. Porqué seguimos siendo esas féminas independientes, hermosas, inteligentes y también capaces de arrastrarse cual viles gusanos rogando una migajita de “amor”? Escucho pretextos como que somos más mujeres que hombres, que los buenos ya están apartados y cosas así. La realidad es que veo mujeres entregando su valor y su poder a hombres que no saben qué hacer con él.

Ya ni se diga si hablamos con la señora del aseo, por poner un ejemplo. El otro día no fue a trabajar porque su marido le puso una golpiza que le duró varios días. “Mary, por qué no lo dejas?”- “Porque lo quiero, y él me quiere, a su manera, pues”. Eso es amor?

Para mí está bien claro que lo primero que se debe tener en mente es que él no va a cambiar. Por más que aguantes, que lo perdones, que le demuestres tu amor. NO CAMBIARÁ.

Segundo, acaso de verdad quieres a un hombre que te castiga, que te hace sufrir, que te humilla, a tu lado? A veces piensas que no vas a conseguir otra relación, e incluso es miedo a la soledad. Lo irónico es que justo cuando te quedas sola es cuando aprendes a ver más allá de ti, de tus miedos, tus fantasmas, y comienzas a valorarte, a amarte y a perdonarte. Una vez que te adoras, sabes que nunca más estarás sola.

Por supuesto que tener una pareja es maravilloso, compartir risas y llantos, los viajes, la cama y el vino con alguien que amas y te ama es increíble. La noticia es que una vez que tú estás sanada y con tu dignidad recuperada, entonces estarás lista para que llegue a ti alguien en las mismas condiciones, no una persona incompleta y con traumas que busca aprovecharse de ti (en cualquier aspecto).

El maltrato no sólo es que te peguen-golpeen, también te maltrata el que te humilla siempre que puede, aquél que llega un día sí y otro también alcoholizado perdido a casa, aquel que te pone los cuernos en cuanto tiene ocasión, ése que te ignora y que te trata como un mueble, el que continúa diciéndote que eres tonta, fea y/o que no sirves para nada. Sal de ahí! Por favor.

Fácil no es, ya lo sé. Los círculos viciosos te atrapan y te convierten en un ser dependiente, crees que la vida se te va a casi derrumbar por un montón de cosas, para unas es por el sustento económico, para otras es el qué dirán, otras son apegadas al espíritu de sacrificio o se quieren tan poco que se acostumbran a recibir ni la verdad a cambio.

Mi amiga Clarisa, mi Tramposa favorita, me cuenta: "El día que yo decidí separarme, mi madre me hizo sentir culpable, me dijo algo así como -Ay, nena. Esque tienes un carácter tan feo. Tu ni aguantas nada-." Continúa diciendo con cara de desaprobación: "Osea como? La vida es de aguantar o de ser feliz? Mi madre me hablaba por teléfono llorando para preguntarme si YO ya lo había buscado a él, para “arreglar” nuestra situación."

Al final, no hay nada que el tiempo no cure y a todos los estados civiles se acostumbra el cuerpo… y la familia, y Clarisa me confiesa: "Es verdad, yo sé que secretamente a mi madre aún le da vergüenza decirle a sus parientes y amigos medio lejanos que su hijita, ésa que se casó con bombo y platillos, ya no está casadita, calladita, sumisita y encerradita en su castillo de cristal llamado matrimonio." Y me dice ya con media carcajada asomando -"A la pobre le da una pena inmensa decir que "fracasé", que ya tengo mis treinta y casi cuatro y que ando en la vida como si la idea ésa de “sentar cabeza” y procrear no fuera importante para mi.". Se queda pensando y reflexiva agrega: -"Porque no es que no sea importante o que nunca piense en eso, pero nada ni nadie es más importante que vivir tranquila persiguiendo mis sueños, que ya tuve suficiente de sacrificar mi idea de felicidad por darle gusto a la familia y al resto del planeta". Y después de tomar aire y hacer una pausa como si viajara en retrospectiva, agarra aire y declara muy segura: -"Que a mi ya me vale madre esos "amores de portarretratos” donde salen muy bonitos todos ahí colgados  en las paredes o suspendidos sobre las mesitas laterales de la sala pero que a la mera hora ni se hablan, ni se aman, ni se existen." Y continúa diciéndome fervorosamente "Ojalá un día la vida me sorprenda dándome la oportunidad de poder compartirme con el hombre que amo y que me ama, sea que ya lo conozco o que estoy por conocer. Pero eso de dejarme manosear mi valor como mujer con tal de tener con quién discutir el clima o ver la tele, ya no."

Me gustó el episodio de Clarisa para contarla en especial el día de hoy. Cabe aclarar que el marido de Clarisa no le pegaba, pero tampoco le hablaba, ni la cuidaba ni la amaba. Solo era un "santo" que ella dejó de amar para justamente enamorarse perdidamente de su antítesis. Pero esa es otra historia, muy tramposa, que si ella me da permiso un día de estos se las voy a platicar.

martes, 2 de noviembre de 2010

El más secreto de mis besos

Era un día cargado de humedad abrumadora, de ésas que se mete en los huesos para hacer de las suyas. El edificio de la Santa Fe, hace mucho tiempo abandonado, era el lugar ideal para montar la Expo. Ambiente tétrico, ecos, juego de luces y de sombras, paredes escurriendo el paso del tiempo. Había mucha gente en el ir y venir de los preparativos para dar inicio a la tan esperada Expo-Horror que anualmente se reinventa en temporada de muertos.

Pablo se sentía fascinado, el tema de los espantos, horrores, vampiros y almas en pena le ponían la carne erizada, le llamaban la atención al mismo tiempo que sentía una gran interrogante hacia un probable inframundo; por lo tanto la oportunidad de participar en el proyecto de adecuación de escenarios era ideal para aportar su visión al respecto. A punto de escuchar el campanazo de inauguración, Pablo revisaba unas adaptaciones. Su vista inquieta paseaba sin saber lo que estaba buscando, volaba su concentración de un detalle a otro como abeja de flor en flor, sin mirar algo pero abarcando todo. De repente la vió. Sintió un latigazo en la nuca que bajó por la espalda, seguido de un movimiento rápido de cabeza tratando de enfocar mejor.

Fue solo un parpadeo, como un revoloteo de ala de mariposa, pero estaba seguro de que ella estaba ahí. Pablo recibía imágenes breves de un antifaz y de una boca, de esa boca. Eran imágenes borrosas, como si al momento de haber sido capturadas la cámara se hubiera movido. La concentración visual la llenaba un color, el color de su nombre, el color de los locos. Boca y antifaz se habían filtrado en sus ojos en tan solo un parpadeo para mandarlo de inmediato al cerebro, hacia el centro de su obsesión. Las imágenes se fueron sucediendo, el parpadeo completo llegó a su cabeza: la sonrisa iba torcida, y los rizos caían con descuido, como jugueteando con aquellos hombros desnudos y suaves. Era ella.

A Pablo lo invadió una necedad, una ansiedad rayando en la locura. Comenzó a caminar por el recinto, le sudaban las manos y podía escuchar los latidos de su corazón en los oídos. No quería que nadie notara que la estaba buscando, disimulaba interés en los stands y seguía caminando, aturdido entre tanta gente y ensordecido por ruidos del “mas allá”.  El único objetivo de ése apresurado momento era volver a verla.

Inmerso en su búsqueda inefable, sin saber ya cuanto tiempo había pasado, Pablo sintió cómo una mano lo jalaba hacia el interior de un stand doble que aún no había sido abierto al público. En la confusión cayó al suelo frío y el sentimiento prístino que alcanzó a sentir fue de sorpresa reconfortante al verla de nuevo, ahí parada en frente de él. No lograba entender por qué brillaba tanto esa piel, casi demasiado. Traía un vestido negro que dejaba ver los hombros y los brazos, su antifaz tapando medio rostro y la otra mitad iluminada por su piel.

Pablo estaba demasiado sorprendido, se sentía paralizado y no quería hacer ningún movimiento por la expectativa del minuto siguiente. Yacía en el suelo apoyado de sus brazos con una mueca de incredulidad postrada en su rostro que no hacía más que acentuar su apariencia de niño travieso que siempre había tenido, solo que ésta vez mostraba una mirada cargada de electricidad. Ella se inclinó lentamente hacia Pablo, tan lentamente que él podía olfatear su aroma, que le pareció mejor que cualquiera de los perfumes antes olidos. Sus ropas de pronto vaporosas desprendían un sutil dejo de alguna fragancia de Kenzo.

Violetta acercó su rostro al de Pablo tanto como el antifaz se lo permitió. Ella era consciente de que sus ojos refulgían como llamaradas, como no brillaban hace millones de años. Sentía su piel inflamada, casi dolía, sabía que destellaba y sabía la razón. Entendió que la búsqueda de tantas vidas se debía a ese corazón trémulo tan cerca de su mano y tan lejos de su sórdida existencia. Una vez que lo tuvo así de cerca, ya que se había grabado el color de su mirada, la anchura de sus hombros, las venas de su frente saltadas, dejó escapar en un susurro su voz que estuvo mucho tiempo guardada y le anunció a Pablo, que se mantenía atónito y aferrado al suelo –Vine a robarte el más secreto de tus besos, te lo vine a robar y será mi tesoro- .Pablo sentía los labios de Violetta mientras hablaba, tenía su cara tan cerca que sus labios se rozaban, sentía la respiración pausada a través del antifaz.

Ella cerró los ojos y le pareció que su infierno interno la reclamaba hacia dentro, como si por la cuenca de los ojos se pudiera desaparecer. Sentía que su propia piel refulgía tanto que parecía que alguna fuerza externa la estaba iluminando. Instintivamente acercó su mano derecha hacia Pablo y la clavó sin ninguna duda bajo su camisa, acariciando y memorizando las formas de esa piel cálida. Y lo hizo. Sabiendo que no habría vuelta atrás, sacó abruptamente del pecho de Pablo su corazón, aquél por el cual un día decidió convertirse en lo que ahora era. Sentía los latidos entre sus dedos como tambores y la sangre espesa y caliente escurriendo por sus manos y sus brazos.

Pablo no podía creer lo que estaba ocurriendo, cada minuto las cosas se iban poniendo más inverosímiles y se escapaban de toda su conciencia. Luchó internamente cuando supo lo que Violetta iba a hacer, pero no se atrevió a moverse. Violetta, que seguía sosteniendo el corazón, se lo acercó a la boca y con toda la parsimonia que puede caber en cuatro segundos lo recorrió con la lengua. Pablo la veía presa de éxtasis, no le preocupaba que eso que ella sostenía era su corazón vivo y agitado. Podía sentir los dedos de Violetta alrededor de su corazón.

Al fin dejó de recorrerlo en un instante que pareció infinito, volteó la mirada y corría un hilo de sangre por la comisura de sus labios. Le escurría por el cuello y el escote, esa sangre, su sangre, que tomaba un tono violeta sobre la piel resplandeciente. Lo vió con una mirada profunda y llena de significados ancestrales, de dolores acumulados y de promesas sin cumplir. De golpe acomodó el corazón en el pecho de Pablo haciéndolo caer de espaldas al suelo.

De nuevo acercó su cara, tentada a quitarse el antifaz, pero recordó que no era ése el momento que indicaba la Profecía. Sabía que no era justo para Pablo pero sí era lo más seguro. Y solo salieron de su garganta apretada las siguientes palabras – Lo siento, tu corazón, ahora me pertenece.- Y tras pronunciar éstas palabras se incorporó ligera como un suspiro.

Violetta desapareció entre las sombras de aquél día, adolorida después de dejar ir una vez más al corazón al que se había entregado siglos antes pero con la esperanza de saberlo encontrado después de tantas penas. Había confirmado sus sospechas, ese corazón no podría ser jamás de nadie más que de ella, en ésta y en las vidas siguientes y en realidad no descifraba si eso la hacía sentir feliz o miserable. En su interior guardó el secreto que no contaría nunca a nadie por ser lo único que podía darle placer a su existencia: Pablo la había reconocido.

Pablo, por su parte, salió en cuanto pudo recuperar el aliento. La Expo había desaparecido, el edificio abandonado no era más que un edificio abandonado pero había un camino iluminado por la luz del sol. Se sentía apaleado y sediento. Días después no podía quitarse el olor a Kenzo mezclado con el olor a sangre y el recuerdo de esa boca que lo condenó a seguir buscándola noche tras noche, ésa mujer que se había metido sin permiso en sus sueños mucho antes de que se le apareciera para sacarle el corazón.



Nota: Este es el relato de un sueño que me fué contado por Rafael Vela (@izuzvo) y muchos de los textos que aparecen se respetaron tal y como fueron descritos. La versión de Violetta está basada en una *leyenda propia* que una vez me contó un guía astral.

martes, 19 de octubre de 2010

Una vacante en La Luna

Hace unos días me ocurrieron una serie de eventos que pensé interminables, que se sucedieron uno al otro y que al final lograron un resultado que no esperaba. Empaqué solo los recuerdos que me quiero llevar, guardé con cuidado los trozos de mi corazón, me pinté la boca y abandoné el hogar donde me cobijé éstos últimos ocho meses: La Luna.

Me di cuenta que ya era tiempo de emigrar y comenzar de nuevo. Recuerdo que llegué un día sin sentido y sin dirección, como paracaidista, a establecerme en un lugar donde no tuviera que tomar decisiones y donde pudiera observar mejor.

Me puse cómoda, me instalé, me cobijé con la amistad de algunas personas y me deshice de las pretensiones de otras. Ahí, aislada en mi Luna, me di cuenta que lo que pensé un día que me haría feliz no era así, que no me conocía en lo más mínimo y que tal vez por mucho tiempo me dediqué a ocultar mi pasión, mi alma y mi verdadero yo. Me esforcé demasiado en camuflarme en una sociedad para “embonar” a pesar de lo mucho que me costaba, a pesar de mi misma. Perdí fuerzas y seguridad en el camino, perdí la valentía y el coraje para luchar por lo que me hace feliz. Confié en personas equivocadas, dejé que me “cargaran” pensando que así me salvarían de no-se-qué, pero me dejaron caer. No una, varias veces.

Algún día alguien me decía que debía tener paciencia, que las cosas llegan con paciencia. Y sabes que? Que no. Yo hoy no tengo paciencia, ni tengo tiempo, ni tengo ganas de quedarme con los brazos cruzados esperando que pasen cosas maravillosas en mi vida. Por eso estoy agarrando mis chivas y me estoy pintando de colores. Ya no quiero estar en La Luna, ya estoy puesta, lista y fuerte en el viaje de Mi Vida. Ya sé lo que quiero, ya sé lo que me hace feliz, ya sé lo que estoy dispuesta a perder en el camino con tal de llegar por que como dice mi hermano “se necesita valentía para marcharse y vencer el miedo a llegar”.

Por eso, hay una vacante en La Luna. Si tú la quieres, adelante. Sirve estar ahí por un tiempo, no te quedes demasiado por que las cosas más fregonas de la vida no te caen solas. Hay que moverse, luchar, pelear como fiera. Y eso voy a hacer, ésta vez lucharé como loca contra mis miedos y mis fantasmas, no voy a dejar que se vaya eso que me hace ser una mujer completa y locamente apasionada de respirar todos los días.

Oficialmente dejo la luna, Diablo Guardián.

Ilustración cortesía de @tuitusmonos
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTDrqznp-htYAbTZxF2ybCFenVCreG7gN2sbxYyDtFX8L2p4jbvB7QH01-daC7skyDma5UESe9Z3lv9YWaV4QSx5NMncghXkd4Zvuz9gc9rIY9QB9AzW2PsNYr8Fm-TwHe5fzcCqnGaaM/s1600/@fierushkaluna.jpg

lunes, 11 de octubre de 2010

La gente vive como maneja

El otro día iba manejando sobre Circuito, era un domingo a la hora de la comida y la verdad es que no había tráfico. Yo iba por el carril derecho ya que estaba a punto de tomar la siguiente salida. Una camioneta  estaba esperando en la siguiente entrada para incorporarse a Circuito. Yo aminoré la velocidad a una buena distancia. Estábamos en el entendido que él iba a pasar y que yo lo estaba permitiendo. La camioneta avanza solo un poco y a la mera hora frena. No se aventó.

No pude aguantar la curiosidad de ver la cara del conductor. Me lo imaginé haciéndose para un lado esquivando golpes en la vida. Indeciso de avanzar o frenar, indeciso de tomar oportunidades y de arriesgarse, esperando a que llegue un mejor momento, me recordó tanto a alguien... Y es entonces cuando me imaginé que vivir es como manejar.

Hay conductores que se lo toman todo con calma por que así les da su gana, por que son seres tranquilos, por que no tienen prisa, por que no tienen una motivación o tal vez por que ni siquiera saben hacia donde van. Hay otros histéricos, que se la viven haciendo escándalos, tocando cláxons, insultando a la gente, con furia y resentimientos guardados. Están también los impacientes que siempre van rápido, como si los vinieran persiguiendo. Como si se les fuera la vida, aunque después de uno que otro susto se dan cuenta que no todo es mejor por que sea más rápido. Y claro, quién no se ha topado con los egoístas, esos que tienen el “síndrome del hijo único”, los que se paran a mitad de la calle para recoger a alguien, los que se detienen en doble fila reduciendo la circulación a un solo carril, a esos que les valen los demás, esos que nunca se toman un tiempo por pensar la situación por la que otros conductores van pasando. Mientras ellos puedan ir sin problema a donde tienen que ir, al ritmo al que quieren ir, pararse justo donde se tienen que parar todo está bien.

Que tal los que se creen perfectos, que se saben todas las señalizaciones, todos los atajos, todas las direcciones, aquellos que si no manejas como ellos, no sabes manejar. No aceptan otros estilos, otras opiniones, otros caminos. Existen los que siempre toman el mismo camino, a la misma hora, que creen que lo tienen todo medido hasta que en plena manifestación se dan cuenta que a la vida no se le controla. Por el contrario, están aquellos que siempre buscan nuevas rutas para llegar a algún lado, que se pierden, que dan vueltas pero al final son los que después de tanta perdida algo van aprendiendo. Hay veces que te das cuenta que tenías que perderte para encontrar algo maravilloso. Y para aderezar cualquiera de las anteriores se puede combinar con los prejuiciosos y sexistas. El típico “tenía que ser vieja". Y así, una gran variedad de estilos y moods . Los respetuosos, los que conocen el reglamento, los que apoyan "el peatón primero", los come-altos, los soñadores, los musicales, las multi-task...


El punto es que nuestros actos son los que definen lo que somos. De qué sirve presentarte como Ana si eres Caro. De qué sirve pregonar que eres una persona respetuosa, con valores, con dignidad y resulta que actúas como todo un patán(a). De qué sirve andar canturreando que eres “greenpeace” si ni siquiera puedes separar la basura. De qué sirve promoverte como la nueva Madre Teresa si eres incapaz de ayudar a las personas más cercanas. De qué sirve decirle a la gente que la quieres si no te preocupas por ella, si no la cuidas, si no eres gentil. De qué sirve vestirte de Gucci si es pirata. De qué sirve pedir perdón si no lo sientes. De qué sirve la vida si no la vas a vivir. Las cosas son lo que son, las personas somos como somos y eso se nota aún cuando le pongan nombres bonitos ó ideas falsas a una realidad beligerante y ensordecedoramente obvia, tarde o temprano.

Todos nos hemos pasado altos, infraccionado límites, dado un portazo sin querer al coche de al lado, cambiado de carril sin poner la direccional, chocado ó mentado la madre. Todos nos hemos equivocado. Pero tenemos una esencia innegable, intrínseca y maravillosa y no tendríamos que mentir tratando de embellecerla por que las mentiras son joyas de vidrio barato que no necesitamos.

Todos los días se aprenden atajos nuevos.


domingo, 10 de octubre de 2010

Para ser amigo no basta con querer


A veces es necesario tomar aire fuera de casa, salir a caminar lejos del camino, experimentar nuevas situaciones de vida. Pero cuando la gente se aleja de nosotros no es tan sencillo entenderlo. No podemos comprender cómo es que con tanto amor y tantas aventuras construidas tengan que irse lejos de nosotros. Es complicado saberse abandonado sin sentirse traicionado porque tendemos a personalizar todas las acciones de los demás. No entendemos que las personas tienen que andar su propio camino muchas veces sin nosotros y eso no significa que nos hayan dejado de amar. Y a veces ese camino los lleva tan lejos que es casi imposible el regreso hacia ti. Dice el dicho que dejes ir al que amas y si te quiere regresará pero eso no es cierto, hay gente que te ama y que aún amándote no puede estar contigo y sus circunstancias no le permitirán estarlo más. Por eso hay que aprovechar a las personas mientras su momento les permita coincidir con el tuyo, no sabemos cuanto tiempo será. Y si se marcha y llega a regresar será una segunda oportunidad de volverlo a disfrutar.

Hay personas que hoy se encuentran lejos de tu vida, que han encontrado respuestas en otro lado, aquellos que su vida cotidiana los tiene muy sumergidos y no tienen tiempo de compartirse con nadie. Hay amigos que aún no pueden sobrepasar un mal entendido, y amigos a los que hoy no les hacemos falta. Gente que no te entiende y por eso se aleja, aquél que a pesar de que te ha robado el corazón no es posible que regrese a dártelo en la mano. Pero la vida es tan maravillosa que siempre te deja una sorpesita en el buró, como ese amigo que se te fue en algún momento y que hoy milagrosamente ha reaparecido para estar de nuevo entre tus andares ó ésa mágica persona que conociste una noche estrellada y que hoy está aquí compartiendo tus amores, tus sueños y tus llantos. El amigo desaparecido que te llama por telefono el día de tu cumpleaños.

No importa si son amigos de un día o de toda la vida, la gente que compartió, comparte y va a compartir ratitos de existencia contigo es una bendición.

"Algunos creen que para ser amigos basta con querer, como si para estar sano bastara con desear la salud" -Aristóteles

miércoles, 1 de septiembre de 2010

El que busca no es el mismo que el que encuentra

O lo que es lo mismo… corriendo tras la mariposa

Es de noche, el momento predilecto del dia para guardar secretos. De noche el espíritu se sensibiliza, se alerta. Los sentidos se despiertan, hay que cerrar los ojos para verte mejor. Tus instintos prevalecen, te empujan, te presionan. Son adictos a las oleadas de sensaciones que se despiertan por la noche. Esos instintos que te llevan, que te guían, que te pierden, que te orillan, que te gritan que cedas, que accedas a vivir eso que de dia no se puede.  Puedes oler el peligro, casi lo puedes tocar, se sienta al lado tuyo.

La luz es suave, la música es perfecta. El corazón late fuerte, tus ojos están cansados, irritados, tu cabeza da vueltas. Das un trago a la cerveza mientras estás pensando qué haces aquí. Volteas para un lado, volteas para el otro, buscando un rostro familiar, una mirada interrogatoria. Nada que puedas ver a simple vista.

Te enreda un brazo en la cintura…te preguntas cómo hacer para aprender a vivir sin esos calambres que te recorren desde las sienes hasta el final de la columna vertebral. Ese salto en el estómago es la sensación inevitable de tu cuerpo y tu mente peleando.

Se acerca, te besa…sentir que la vida se te escapa por un segundo y en otro segundo regresa. Esa gota de sudor, esa gota de miedo, que resbala por tu frente, por tu espalda.

La adicción es causada por la ambivalencia del pecado que acaricia y envenena, que reconforta y atormenta.

La oportunidad de ser quien no eres, o de finalmente ser lo que eres. La fascinación de tener dos posibilidades de vivirte, dos circunstancias, dos rumbos, dos caras.  Resignada como res al matadero te diriges al lugar del delito… es como si manejaras en sentido contrario directo a tu propia sacudida. Un torrente de placer, dolor, despedida, bienvenida, final y comienzo, adrenalina, violencia, colapso, un alto, puntos suspensivos, frases incompletas, miradas elocuentes, palabras mudas, canciones perdidas, imágenes vividas, imágenes soñadas, suspiros, respiros, trozos de alma por todos lados, cóctel de emociones, piel dorada y olores impregnados. Oda a la vida. Qué vas a hacer? Las últimas noticias… No hay plan B…

Es de dia y todo sigue igual. Pero nada sigue igual.
La ley dice que lo que pasa en la noche, en la noche se queda… el problema es que la pasión y la ley es una difícil mezcla.
Este mórbido deseo de lo prohibido nos atrae como imanes al refrigerador. Romper las reglas, ir mas allá, sentir por el sentir. La búsqueda de “la experiencia”, el amor, el fracaso. La persecución de la ilusión y la felicidad. Siempre se trata de buscar. Búsqueda. En este punto te das cuenta que la palabra hallar no es un objetivo. El hallazgo es hartazgo. Cuando haz hallado lo que creías estar buscando, te das cuenta que eso no es lo que buscabas, y entonces emprendes otra búsqueda. La búsqueda infinita de ti misma.

Por que  nos buscamos en mi, en ti, en el vecino de enfrente, en el compadre, en el amigo, en el hermano. La búsqueda nos mantiene alertas, siempre vigías en el escrutinio de seguir buscando que es lo mismo a continuar caminando.

Hallar significa fin, búsqueda significa camino. Hallar es asentarse. Hallar felicidad, amor, estabilidad. Cuando alguien halla y ese es su objetivo, se queda contento, se queda feliz, se queda estático, se queda disfrutando de su hallazgo, se queda. Y que pasa si una persona que quiere hallar encuentra al que quiere buscar? Por mas amor que exista de por medio, por mas cargas emotivas, por mas cargas sociales, por mas buenas intenciones y compromisos que existan el que busca seguirá buscando incansablemente…

Por eso el que busca incontrolablemente, frenéticamente, inalcanzablemente, es mas parecido a un enfermo social que a un soñador. Es un ser egoísta y solitario que pasará por encima de todo en ese proceso infinito de búsqueda. Es un ser incomprendido por los que quieren hallar y también por los que solo quieren buscar pero aun no lo han entendido.

El que halla nunca va a entender la felicidad que el que busca puede encontrar en una noche mágica estrellada, en una historia de amor frustrado, en una canción que rebote emociones, en un encuentro fugaz y espontáneo. Por que la felicidad para el que quiere hallar es algo grande, tangible, establecido, formal, con esquinas, paredes y ventanas. Es guardar, acumular, cuidar, sembrar, cosechar, producir. Y el que halla tiene una bodega imaginaria donde va clasificando todo y guardando todo para si, para que no se le escape, para que no se le gaste, para que le dure. Mientras que el que busca se contenta con un beso, una noche, un deseo, una luz, un sonido, un amanecer. Va corriendo detrás de lo que busca como si llegara de repente una mariposa. Tiene que salir corriendo detrás de ella porque no sabe si llegará otra vez y se pierde corriendo, persiguiéndola, disfrutando del camino que recorre detrás de ella, sin pensar mucho que va a hacer con ella si la atrapa, o si en verdad desea atraparla. Para el que busca no hay reglas, solo toma las oportunidades de seguir buscando. Amar hoy, dejar ir mañana. Desprenderse, no atesorar, no guardar, no conservar, porque mientras mas guardes en la maleta que traes cargando es mas pesado el viaje interminable.

Y mientras el que busca sale corriendo tras la mariposa de la vida, el que halla lo ve sentado en su silla, entre sus cuatro paredes de su mundo tangible. Preguntándose desconcertado qué tiene que hacer para que el que busca se entusiasme por su mundo igual que se entusiasma por esa  mariposa que lo mantiene corriendo. No entiende que es lo que tiene esa mariposa que no pueda tener su mundo tan bien construido, tan perfecto. Es que no entiende el significado de la mariposa, y tampoco entiende que son mundos diferentes que tal vez se complementan o tal vez no. Eso probablemente no lo sabremos mientras haya mariposas que tu y yo vamos a perseguir.




domingo, 1 de agosto de 2010

Calle de la Amargura

24 de febrero del 2007. Cartagena, Colombia 

"Estoy parada en esta calle a muchos kilómetros de distancia bajo el cielo quemante y me siento profundamente miserable y desdichada. En éste momento no existe una sola persona más sola que yo en el mundo. Tenía que toparme con la Calle de la Amargura, como quien se topa con una realidad que te abofetea.



Solo a mi me pasan esas cosas, las que nadie quiere que le pasen."



Agosto, 2010. Vale la pena recordar éste momento, por que no hay peor soledad que esa que se vive al lado de alguien. Vale la pena tener presentes tus errores para no volver a cometerlos.